En el año 1999, la revista “Cuerpo Mente” publicaba un artículo mío titulado “Preparando el otoño con la Aromaterapia”. Ha llovido bastante desde entonces, y hace 18 años yo ya lo firmaba como “Aromatólogo”.
En ese entonces, los colegas de profesión solían firmar como “Aromaterapeutas”. También en España sucedía eso, si había alguno, muy pocos, como aromaterapeuta firmaba.
Pero desde hace un par de años, con bastante sorpresa y perplejidad, me encuentro personas que firman sus escritos (artículos, blogs, webs, cursos) como “aromatólogo» «aromatóloga”, porque parece que lo de “aromaterapeuta” ya no está tan de moda.
En este pequeño artículo quisiera presentaros una aproximación al sentido de ambos términos, para que podáis sacar vuestras propias conclusiones.
Está claro, nos guste o no el término, que cuando Gatefossé acuñó “aromaterapia” se refería a una técnica o forma de manejo de los aceites esenciales y esencias naturales con un enfoque totalmente terapéutico y que va más allá del efecto del aroma por vía olfativa. Él experimentó y demostró sobradamente que las aplicaciones vía tópica son potentes y exitosas en una gran variedad de dolencias.
Con el tiempo, la separación un tanto artificial entre la aromaterapia médica que se practicaba en Francia y la aromaterapia estética y del bienestar que se aplicaba en el Reino Unido, fue abriendo una brecha cada vez mayor y a veces, irreconciliable, de manera que en algunas ocasiones, ni los propios colegas reconocían como “aromaterapia” lo que hacían los de la corriente diferente a la suya.
Hasta ese entonces, los practicantes de la aromaterapia se llamaron, en ambos “bandos” aromaterapeutas, fuesen médicos o esteticistas.
¿De dónde surge entonces el término y el concepto de “Aromatología”? Bien, pues como su propia etimología indica, es el “estudio de los aromas”, que en nuestro ámbito profesional, se ciñe y circunscribe exclusivamente a aquellas sustancias que consideramos dignas de llamarse “aromaterapia”, es decir, aceites esenciales, esencias, absolutos y extractos al CO2, junto con aceites vegetales e hidrolatos.
Para los profanos en nuestra especialidad, nosotros no consideramos como válidos ningún tipo de aromas sintéticos, artificiales ni obtenidos por procesos bioquímicos de laboratorio, sólo admitimos como laboratorio válido el de la Naturaleza, que además, tiene todos los avales “BIO” y “ECO” habidos y por haber entre otras cosas, y una sabiduría eterna de la que carece en la actualidad la técnica química.
Aromatología también, según nuestros colegas anglosajones más avanzados, fue un concepto que a finales de los noventa del siglo pasado, se intentó implementar para que los aromaterapeutas profesionales que sólo podían trabajar por vía externa, aprendiesen de los colegas franceses todo lo necesario para poder usar con seguridad las vías internas.
De modo que, si bien los colegas franceses en la actualidad consideran la Aromatología como un estudio ligado a la planta y sus esencias, desde el punto de vista botánico, bioquímico y digamoslo así, “científico”, ya que ellos ya tienen la figura del médico que aplica la aromaterapia, desde mi punto de vista, debería considerarse como el estudio o conocimiento de los aceites esenciales en su globalidad, lo que también incluye sus aplicaciones a cualquier nivel (incluyendo el terapéutico, claro está).
La Asociación Española de Aromatología que presido, la define así:
“Definimos como Aromatología: El conocimiento y estudio de los aceites esenciales y otros aromas y extractos naturales que las plantas producen con el fin de encontrar sus aplicaciones prácticas y beneficiosas para el ser humano, los animales y las plantas, en todos los ámbitos de su existencia (material-mental-emocional-espiritual). Dichos extractos han de ser auténticos (es decir puros y provenientes de la planta que les da su nombre, identificada por su nombre botánico oficial y su bioespecificidad bioquímica si procede -quimiotipo-). No se consideran materiales de estudio y conocimiento los aromas artificiales ni cualquier otra sustancia aromática que no sea estrictamente de origen natural y vegetal.
Se aplica por todas las vías y requiere de una formación profesional de Aromaterapeuta, siguiendo los estándares de la Asociación, más un programa de Aromatólogo mínimo de 500 horas siguiendo los estándares formativos de la Asociación.”
Mientras que define a la Aromaterapia del siguiente modo:
“Definimos como Aromaterapia: Terapia natural basada en el uso de aceites esenciales, esencias vegetales, hidrolatos, aceites vegetales, absolutos y extractos al CO2 totalmente naturales y que no han sufrido ningún tipo de manipulación, rectificación, adulteración ni dilución previa al uso profesional. Dichos extractos han de ser auténticos (es decir puros y provenientes de la planta que les da su nombre, identificada por su nombre botánico oficial y su bioespecificidad bioquímica si procede -quimiotipo-). La Aromaterapia busca el restablecimiento del equilibrio perdido (físico, mental, emocional, espiritual) y el bienestar de las personas que la practican. Generalmente se aplica por vía externa y requiere de una formación profesional mínima de 200 horas siguiendo los estándares formativos de la Asociación.”
Buscamos conseguir unos estándares de formación suficientes y seguros para que todo el mundo pueda beneficiarse de las bondades de los aceites y esencias vegetales.
Somos conscientes de que en todos los países donde nuestra práctica ha florecido, sólo lo ha hecho si ha habido antes una adecuada siembra y cuidado: la formación del profesional.
Sin ella, seguiremos aplicando poco y mal esos auténticos tesoros naturales.
Si te apasiona el mundo de los aromas naturales, anímate y fórmate seriamente con nosotros.
Iniciamos la 3ª promoción del Experto/a en Aromaterapia Integrada presencial y de un año el próximo día 25 de marzo en Barcelona. Con ella cumples los requisitos necesarios para establecerte profesionalmente como aromatólogo o aromatóloga.
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