Aromaterapia en el siglo XXI:
El vislumbre de un Nuevo Paradigma
El materialismo no es capaz de explicarlo todo…
A pesar de los descubrimientos de la física cuántica, seguimos aferrados a una mentalidad obsoleta también en Aromaterapia.
No reconocer las limitaciones de paradigmas (“si no soy capaz de explicarlo, no existe”) es la postura de la “ciencia” actual. Eso no es ciencia. Es fanatismo ideológico.
En cuanto a los aceites esenciales y la Aromaterapia, la visión científica actual y reduccionista (todo son moléculas con actividad farmacológica), tuvo su importancia y función a principios de los 70 para dar un impulso y divulgar entre un amplio sector de la población profesional de la medicina, las grandes posibilidades terapéuticas de los aceites esenciales.
Pero si nos ponemos a examinar brevemente la situación actual, veremos que este paradigma reduccionista, que se aplica a la industria del medicamento, se queda muy corto y no es capaz de explicar qué son ni cómo funcionan los aceites esenciales.
En efecto, un aceite esencial puede estar compuesto por centenares de moléculas que trabajan de forma armónica (sinergia) y que nos proporcionan una fuente de salud y bienestar. Reducir el todo a las partes en este caso es muy limitativo y peligroso.
Limitativo porque es incapaz de abarcar todas las posibilidades de sustancias que siempre son diferentes y que por tanto se escapan al filtro farmacológico tal y como está planteado hoy en día.
Peligroso porque abre la puerta razonable de que si lo importante en un aceite esencial son una o dos moléculas con actividad terapéutica, será mucho más fácil y barato sintetizar dichas moléculas y no tener que soportar los precios tan elevados que suelen tener nuestros queridos aceites.
Pero las personas que realmente trabajan con aceites esenciales (no sólo teorizan), pueden comprobar que se salen de parámetros y que suelen tener más acciones de las que se les atribuyen, más sorpresas de las que se esperan y menos problemas y peligros de los que se les acusa en los típicos gallineros de desinformación que tanto proliferan.
Es curioso que cuando todo esto se sabe, cuando cada vez hay más evidencias de que la visión materialista es demasiado corta y chata para explicar la maravilla que es la mente humana y la conciencia, cuando en un laboratorio se prueba que la intención del observador modifica el resultado del experimento… la “ciencia” oficial siga agarrada a su mesa de billar y siga interpretando todo como el choque de las bolas entre si y las carambolas que se producen, ciegamente.
¿Crees que esto no tiene consecuencias en todas las terapias? ¿La intención del terapeuta y la del cliente/paciente no influyen en el proceso terapéutico? ¿Crees que el efecto de un aceite esencial se debe sólo a su composición química? ¿No existen factores ligados al mismo que tienen que ver con energía e información y que están a un nivel más sutil que el de la materia que los sentidos son capaces de percibir? ¿No hay otros animales que son capaces de ver, oir, oler cosas que nosotros no percibimos? El que no las percibamos no quiere decir que no existan.
Por tanto, como siempre han sabido las culturas antiguas y autenticas, las creencias y la intención son la base del universo y de la realidad que todos creamos segundo a segundo.
Examinar un paradigma caduco y obsoleto y evolucionar un poco más, será muy positivo para toda la humanidad. Estamos en el mismo planeta, estamos hechos de las mismas sustancias, todo está interconectado y lo que pensamos, sentimos y hacemos afecta a la totalidad de la vida.
Las plantas sacrifican gustosamente su vida para ofrecernos la posibilidad de que a través de las nuestras, aumentemos tanto nuestra conciencia como el nivel general de conciencia del planeta.
Es justo que las honremos y respetemos, y que aprovechemos su alma (los aceites esenciales) para mejorar día a día nuestra realidad y la de los que nos rodean.
Enrique Sanz Bascuñana. Aromatólogo A.E.A.
Director Instituto Aromaterapia Integrada E.S.B.